En su expresión más simple, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), define la Economía Verde como aquella baja en carbono, eficiente en el uso de los recursos y socialmente inclusiva.
La economía verde busca impulsar el crecimiento del PIB y el empleo mediante inversiones en tecnologías limpias y capital natural.
En promedio, las pérdidas anuales globales por desastres, en 2020, se estimaron en US$314 mil millones y se estima un aumento a US$415 mil millones para 2030, debido a los requisitos de inversión en infraestructura urbana, así lo establece el estudio Investing in Urban Resilience del Banco Mundial. Esta es una estimación baja, ya que no incluye el impacto de las amenazas más allá de los ciclones tropicales, terremotos, tsunamis e inundaciones, como las conmociones y tensiones sociales y económicas.
Para República Dominicana, datos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), evidencian que, las lluvias ocurridas en el 2016 y abril 2017 ocasionaron pérdidas directas estimadas de US$862 millones, representando el 1.1% del PIB y más recientemente en el 2022, el huracán Fiona afectó al país con pérdidas económicas directas estimadas de US$381.74 millones, lo que representa un 0.3% del PIB nominal.
En un contexto en que los riesgos climáticos son cada vez mayores, el mundo avanza sostenidamente hacia una economía cada vez más verde. La Global Sustainable Investment Alliance (GSIA) estima que en 2020 los activos bajo gestión de las entidades financieras globales que tienen expresamente un mandato de inversión relacionado con sostenibilidad ambiental, social y/o corporativa (ESG) alcanzaron los US$35.3 billones; aproximadamente un 36% de los activos bajo gestión de esa entidad.
Sin embargo, la inversión aún es insuficiente, sobre todo en las economías en vías de desarrollo, las cuales se estima que, para 2030, requerirán de hasta US$300 mil millones para adaptar su agricultura, infraestructura, suministro de agua y otras partes de sus economías para contrarrestar los efectos físicos del cambio climático (PNUMA 2021). Más aún, si ese esfuerzo no es realizado, la necesidad de financiamiento para dicha adaptación aumentará considerablemente para estos países. (Chapagain y otros 2020).
El cambio climático no solamente tiene efectos económicos, las vidas humanas están constantemente expuestas a los peligros climáticos, sobre todo en los Pequeños Estados Insulares (SIDS en inglés). Así, por ejemplo, los vecinos de República Dominicana: Puerto Rico y Haití, ocupan las posiciones número 1 y 3 respectivamente en el Ranking Global de Riesgo Climático , el cual mide el nivel de exposición y vulnerabilidad de los países antes eventos climáticos extremos.
Afortunadamente, y debido a la ausencia reciente de eventos extremos; República Dominicana ocupa la posición #50 en dicho ranking, sin embargo, eso no significa que el país no esté expuesto, al igual que sus vecinos, a estos fenómenos destructivos.
El rol estratégico del sector bancario en la transición verde
Las instituciones financieras tienen un papel fundamental que desempeñar en el proceso de descarbonización de las economías.
A nivel mundial, el sector bancario está integrando crecientemente factores ESG en sus estrategias, asimismo, trabaja con diversas organizaciones en la implementación de marcos para la gestión de riesgos ambientales y la movilización de capital para alcanzar los objetivos globales de sostenibilidad.
Entre las herramientas innovadoras de financiación que se están implementando en la actualidad se encuentran los bonos verdes, que son instrumentos de deuda vinculados a la sostenibilidad y el desarrollo de taxonomías verdes, las cuales facilitan la movilización de recursos, tanto públicos como privados hacia inversiones ambientales, estableciendo un lenguaje común para las finanzas verdes, y, por lo tanto, brindando seguridad jurídica a los inversionistas.
Además del interés por contribuir a la descarbonización de la economía, los bancos también ven en los temas verdes una oportunidad de negocio. En este sentido, de aquí a 2030, McKinsey estima ingresos de entre US$9 y US$12 billones en proyectos verdes; principalmente ligados a sectores como transporte, energía e hidrógeno. En línea con esta tendencia, de acuerdo a BloombergNEF, el volumen global de préstamos verdes y sostenibles creció de US$36 mil millones en 2016 a US$200 mil millones en 2020, equivalente a un 556% (54% anual).
Por: Dirección de Estudios Económicos de la Asociación de Bancos Múltiples de la República Dominicana