Los dominicanos debemos entender que si antes salíamos del supermercado con 10 bolsas y hoy lo hacemos solo con 5 gastando lo mismo, es consecuencia de un problema mundial.
El Vicepresidente del Banco Central Europeo, el señor Luis de Guindos, ha dicho que “quizás la alta inflación no sea tan transitoria”.
Analistas de Goldman Sachs advierten que el proceso inflacionario
“va a tomar más tiempo del anticipado, y la progresión de la inflación probablemente se agravará antes de mejorar”.
Eurasia Group expone una visión más allá de los económico y expresa que “el mundo se enfrentará a una alta inflación que llevará también a cambios políticos”.
¿Por qué el fantasma de la inflación, de los altos precios, se siente a nivel planetario?
Es simple de explicar: se trata de una consecuencia de la pandemia COVID-19, que dislocó las cadenas globales de valor.
Luego de un 2020 de total estancamiento, las cadenas logísticas se reactivaron lentamente.
El suministro no ha ido moviéndose al ritmo de la demanda y eso ha impactado los precios.
Hoy, estamos pagando la factura de una inflación que marca récord históricos en muchas partes del mundo, con impacto hasta en la moneda.
Los dominicanos debemos entender que si antes salíamos del supermercado con 10 bolsas y hoy lo hacemos solo con 5 gastando lo mismo, es consecuencia de un problema mundial.
Sin embargo, cada país debe aplicar sus propias soluciones para mitigar los efectos de la inflación sobre todo en los más pobres.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha dado un mensaje a la RD: Las políticas sociales y las políticas pro-empleos son claves para enfrentar el fenómeno.
Es válido que el gobierno esté preocupado por este fenómeno global, pero también tiene que ocuparse de usar las herramientas monetarias, fiscales y sectoriales para sortear este tsunami económico.