María Pérez es empleada de una empresa privada. Inició su vida laboral a los 21 años cobrando un sueldo de RD$10,000 mensual. Con su sueldo, aún ninguna entidad financiera le ofrecía tarjeta de crédito. Actualmente, tiene 30 años, es profesional y gana unos RD$53,000 pesos mensuales. Ganando este sueldo, decidió aceptar una tarjeta de crédito que le ofreció el banco, pero con un monto de RD$5,000 pesos para empezar.
Al principio, ella solía pagar la tarjeta después de la fecha de vencimiento. Esto ocurría por no tener experiencia y como consecuencia, el banco le cobraba altas tasas de interés. Por tanto, María empezó a considerar que las tarjetas de crédito eran una trampa y solo servían para crearle deudas y beneficiar al banco. Esto sucedió porque ella no tenía ninguna educación financiera.
Lo que María no sabía es que ella estaba haciendo mal las cosas. Ella tenía la idea de que la tarjeta de crédito era más o menos una extensión de su sueldo y podía pagarla cuando quisiera.
Un tiempo después, al analizar su situación económica, empezó a educarse en el tema y descubrió que, si pagaba su tarjeta a tiempo, no generaría comisiones ni intereses. Además, ignoraba que muchas tiendas y proveedores de servicios ofrecen promociones que son exclusivas para los que usan las tarjetas de crédito. Como, por ejemplo, descuentos y devoluciones de efectivo al comprar en dichas tiendas. Y empezó a aprovechar dichas ofertas.
Ella descubrió que las tarjetas de crédito, además, cuentan con seguros opcionales para la protección de las mismas, en caso de robo, y protección de precios y compras en caso de precios sobreevaluados y de daños a ciertos artículos comprados. Y que por lo mismo, podía sentirse tranquila y no tenía que preocuparse por estas cosas que suelen suceder con tanta frecuencia.
María tampoco era consciente de que, al usar las tarjetas de crédito, se generan puntos que pueden ser cambiados por efectivo o por boletos para distintas promociones que ofrecen las entidades financieras. O sea, ella ganaba dinero al gastar.
Otro beneficio que María descubrió es que muchas tarjetas de crédito ofrecen una línea de crédito adicional que se puede usar para comprar artículos y pagarlos en cuotas con una tasa de interés menor al que se paga cuando se pasa de la fecha límite de pago. Esto sin afectar la disponibilidad del límite de crédito de su tarjeta (Esto significaba que podía aprovechar ofertas de temporada adicionales para comprar ese televisor o esa nevera que necesitaba).
Otro punto es que, al utilizar las tarjetas de crédito, especialmente cuando se opta por financiamiento, ella automáticamente incrementa su “credit score”, y adicional, incrementar progresivamente su límite de crédito, y optar por financiamientos y préstamos mayores para los proyectos personales y profesionales que tiene.
Ella concluyó que en realidad sí hay beneficios importantes al usar las tarjetas de crédito si las utilizaba adecuadamente y ponía en práctica la educación financiera.